«(PS Weekender) permite calibrar progresiones: apabullantes las de Soleá Morente y Amaia»
Carlos Perez para El Pais
La versión redux del Primavera Sound en Alfàs del Pi es todo lo contrario. Brinda la ocasión, especialmente si uno evita bucear previamente en el streaming o en los avances de la prensa del ramo, de descubrir un buen puñado de propuestas excitantes llegadas de cualquier rincón del mundo y en cualquier estilo imaginable. La cara de pasmo ante el descaro de un valor emergente del que nunca había oído ni hablar. El contagio del baile en su versión más pura, sin mediación previa, en combustión espontánea. Y en un ambiente de lo más familiar. Sin aglomeraciones. Una serie de premisas que aquí apenas recordamos del añorado Tanned Tin que se celebraba por estas fechas en Castellón.
Y también permite calibrar progresiones: apabullantes las de Soleá Morente y Amaia, por ejemplo, ayer en la primera de las dos jornadas del Primavera Weekender. La primera, con un aplomo y una versatilidad tremendas, confirmando el irrebatible salto que ha dado en los últimos tres o cuatro años. Como si tuviéramos a María Jiménez, Liz Fraser (Cocteau Twins) y La Bien Querida en el mismo pack. Pellizco, rumba, pop evanescente, arrojo y baile disco pop (“Baila conmigo” no falla) en un set más que notable. La segunda, vendiéndonos las virtudes de un disco de título engañoso (Cuando no sé quien soy: vaya si lo sabe; ahora sí) en un show arrollador, a años luz de aquellos dubitativos conciertos de hace unos años, con momentos de convincente emotividad como su versión de Fiebre (Bad Gyal) al piano, Santos que yo te pinte (Los Planetas) o El encuentro (que firmó con Alizzz). Parece claro que ha encontrado su camino. Y comerse –por fin– el escenario forma parte del plan,
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