Amaia cerró el sábado su gira en el Wizink Center por todo lo alto. Muchos medios destacan su resurgir, pero, para los y las que hemos seguido, nunca se fue. Su dominio del escenario, sensibilidad, poderosa voz, sentido de espectáculo y autenticidad en la conexión con el público la han posicionado como una artista única desde hace tiempo.
Este sábado marcó un hito en su aún joven, pero apasionante carrera, al cerrar la gira de su segundo disco, ‘Cuando no sé quién soy' (2022), con un concierto inolvidable en el imponente Wizink Center de Madrid. El evento fue su primer concierto en este gigantesco recinto y contó con sorprendentes invitados como Rigoberta Bandini, Alizzz y Samantha Hudson. Las más de 10,000 entradas agotadas para este evento marcan un salto significativo para la artista navarra.
Desde el inicio de su trayectoria, Amaia Romero (Pamplona, 1999) ha demostrado la singularidad de su propuesta artística. Ha desafiado convenciones en el tiempo que ha dedicado a dar forma a su música y en su colaboración con productores «indies» como Santiago Motorizado y Alizzz.
Lo que realmente resalta es su asombrosa versatilidad en el escenario. Amaia logra alternar sin problemas entre una jota tradicional, baladas íntimas y momentos explosivos al estilo «riot grrrl», e incluso versiones de artistas tan diversos como Los Planetas, David Bisbal y Camela. Todo esto mientras domina el piano, la guitarra y el micrófono, recorriendo el escenario con movimientos coreografiados.
Amaia también sorprendió al público con piezas inéditas, como el bolero «Piel canela», una canción especial de su infancia dedicada a sus padres en el día de su aniversario. También adelantó su participación en la música de la serie «La Mesías» de Los Javis.
«¡Madre mía, estoy flipando! ¡Estaba nerviosa, pero esto será inolvidable! ¡Gracias por este recibimiento y espero que lo disfruten tanto como yo, porque tiene muy buena pinta este concierto!», exclamó exultante poco después del puntual inicio a las 21 horas.
Desde su entrada en solitario al escenario, iluminada por un haz de luz cenital mientras tocaba el piano para «Bienvenidos al show», hasta las interpretaciones apasionadas de su segundo disco y los éxitos de su debut, Amaia demostró su versatilidad única. Temas como «Dilo sin hablar», «La vida imposible» y «El relámpago» mantuvieron la intensidad y el clímax del concierto.
Hubo momentos destacados, como su emotiva versión acústica de «La canción que no quiero cantarte» combinada con versos de «Ave María» de Bisbal, así como su reinvención de «Fiebre» de Bad Gyal, demostrando su habilidad para apropiarse de diferentes estilos y rendir homenaje a una amplia gama de artistas.
Con solo la guitarra de Víctor Martínez acompañándola, conmovió al público con una jota dedicada al parque de su ciudad natal, «Yamaguchi», y una impresionante nota sostenida que arrancó aplausos y un grito de «¡Que viva Pamplona!».
Con una instrumentación más completa pero igualmente espectacular, interpretó «Santos que yo te pinte», su versión de Los Planetas. Con destellos de música y luz, convirtió la pista del Wizink Center en un pequeño planetario de móviles encendidos.
Amaia ya dijo que en este concierto contaria con invitados que subieron al escenario para acompañarla, entre ellos y ellas Rojuu con «Quiero pero no», Alizzz con las estupendas «Sexo en la playa» y «El encuentro», y, en los bises, Rigoberta Bandini en la feminista «Así bailaba» y Samantha Hudson en «La canción que no quiero cantarte».
Al borde de las lágrimas por la emoción, los aproximadamente 100 minutos de concierto concluyeron con «Quedará en nuestra mente», donde Amaia, con su guitarra en mano, expresó su deseo de volver a brillar en estos grandes formatos que, sin duda, domina: «¡Espero dar pronto otro concierto en el Wizink Center!».
Amaia Romero demostró su versatilidad artística en un concierto cautivador que quedará grabado en la memoria de todos los que estuvimos alli y lo disfrutamos en directo. Su capacidad para explorar diferentes estilos y emocionar al público con su autenticidad la consolida como una estrella en ascenso en la escena musical.
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